Es el arte proveniente de la misma naturaleza, un arte
pintoresco en el que no solo vamos a ver relieve kárstico, sino que tendremos la
oportunidad de contemplar otras formaciones tan caprichosas como espectaculares,
estas formaciones son las torcas, sumideros y los lapiaces.
Un lapiaz o lenar no es más que un surco o una oquedad
de pequeñas dimensiones o dimensiones medianas, que podrás ver separado por
tabiques o por paredes de rocas, que en algunos casos se convierten en relieves
muy agudos en el paisaje que podrás contemplar si te acercas por estos lugares.
Aquí sin duda habrá que tener cuidado, pero en el equilibrio está la virtud, un
poco de riesgo está bien para despertar más aún los sentidos.
Las dimensiones de estos surcos son de algunos
decímetros, pero en profundidad podrán superar decenas de metros; es el paisaje
propio de las formaciones kársticas, como lo es la Ciudad Encantada y por todo
esto es que encanta a quien la visita.
La naturaleza tiene sus propios recursos, así que
hemos de saber que estas formaciones se convierten en todo un sistema de
canalización natural de aguas de escorrentía o de aguas almacenadas superficialmente
que facilitan una retención mejor y una canalización del agua o la humedad de
forma natural. Lo que se suele decir: “un prodigio de la naturaleza”.
Para entender por qué son así estos relieves hay una
explicación científica que podemos intentar exponer. Las lluvias aceleran la
disolución superficial de las calizas y esto es así por la interacción de la
acidez y el anhídrido carbónico del aire, por hidratación, se transforma en
ácido carbónico. Y, como la caliza es un carbonato cálcico que tiene la cualidad
de no ser soluble en el agua, aunque reaccione con el ácido carbónico, se
convierte en bicarbonato cálcico. El bicarbonato cálcico sí es soluble en agua
y esto trae como consecuencia que el suelo, donde es calcáreo, vaya
profundizándose en los sitios en los que hay concentraciones pequeñas de aguas
corrientes.