De este imponente
monumento arquitectónico poco queda de su antigua muralla y de sus construcciones
defensivas de ingenio musulmán y cristiano. Ha sido restaurado en la zona baja
de murallas y en el llamado Arco Bezudo, que fue una de las antiguas puertas de
la ciudad, la entrada de la zona más alta y donde se ubicó el castillo.
Queda muy poco de lo
que fue antaño una inexpugnable fortaleza cristiana, conservándose fragmentos del lienzo de
muralla en la entrada, junto con un torreón,
también dos cubos
cuadrados y un arco
de medio punto en la puerta de acceso, el llamado Arco de Bezudo, que
fue restaurado en el siglo XVI, y conserva un escudo con toisón.
Fue tomado
por Alfonso VIII allá por el siglo XII y
cedido a la Santa Inquisición posteriormente, allá por el siglo XVI. Es en esta
época cuando se termina realmente la
construcción del baluarte: y, en 1812, los franceses lo bombardearon a
cañonazos destrozándolo.
Está situado el
castillo entre las dos hoces, en la zona de mayor estrechamiento entre las dos,
su ubicación responde a la tan necesaria defensa de la de la ciudad. A él se
accede por un paso sobre el foso, lo que antiguamente servía para aislarlo del exterior,
hoy lo une a la denominada Calle Larga.
Lo que
fuera la sede del Tribunal de la Santa Inquisición
fue un edificio erigido en el siglo XVII, añadido al recinto
del viejo castillo; y, hasta hace solo unos años, se estuvo utilizando como prisión provincial.
Fue restaurado para acoger al Archivo Histórico
Provincial. Bajando un poco encontrarás la iglesia de San Pedro,
una vez que llegues a la plaza del Trabuco, que es dnde finaliza la calle
Alfonso VIII y da comienzo la calle del Trabuco, que lleva hasta el Arco Bezudo.
Desde este punto y siguiendo la Calle Larga salimos de la Ciudad y podremos ver
la espectacular vista que supone ver el paso de la historia, la interacción del
hombre en el medio y la obra de la propia naturaleza. Contemplarás aquí tanto el
conjunto arquitectónico y monumental de Cuenca capital como y la vista de la
Hoz del Huécar.