El llamado lenguaje inclusivo es una manía en España, pero no creamos que es el único país en el que sus "gobernantes" o "desgobernantes", según se mire, enredan con el uso del lenguaje entendiendo éstos que mejoran la situación de las mujeres porque se diga en una misma ocasión alusión al sexo masculino y femenino. La adopción de estos usos del lenguaje modifican el respeto de las reglas de concordancia que se esperan y deben garantizar los programas de enseñanza. Francia es uno de esto spaíses, pero ha llegado a conclusiones inteligentes al vetar este uso del lenguaje mal llamado "inclusivo" en la educación ya que es considerado lógicamente como un obstáculo al aprendizaje. Constituye un obstáculo en la comprensión de la escritura y afecta a la lectura en voz alta, así como a la pronunciación, pues no es posible una transcripción oral de ese tipo de grafías. Blanquer, ministro francés, en el Boletín Oficial, ha destacado que contrariamente a lo que po