El llamado lenguaje inclusivo es una manía en España, pero no creamos que es el único país en el que sus "gobernantes" o "desgobernantes", según se mire, enredan con el uso del lenguaje entendiendo éstos que mejoran la situación de las mujeres porque se diga en una misma ocasión alusión al sexo masculino y femenino.
La adopción de estos usos del lenguaje modifican el respeto de
las reglas de concordancia que se esperan y deben garantizar los programas de enseñanza.
Francia es uno de esto spaíses, pero ha llegado a conclusiones inteligentes al vetar este uso del lenguaje mal llamado "inclusivo" en la educación ya que es considerado lógicamente como un obstáculo al aprendizaje.
Constituye un obstáculo en la comprensión de la escritura y afecta a la lectura en voz alta, así como a la pronunciación, pues no es posible una transcripción oral de ese tipo de grafías.
Blanquer, ministro francés, en el Boletín Oficial, ha destacado que contrariamente a lo que podría sugerir el adjetivo "inclusivo", los efectos que a estos usos sigue es exclusivo sobre todo si se trata de niños con ciertas discapacidades o problemas de aprendizaje. Dice que el objetivo es que: "contribuyen a luchar contra los estereotipos y garantizan la igualdad de oportunidades de todos los alumnos", lo cual es algo que no debe verse perjudicado por ese lenguaje complejo e inestable, que se presenta como un obstáculo para esa meta.
Sin embargo incide en la promoción y en el uso de la feminización de ciertos términos, los que aluden a cargos especialmente, "dentro del respeto de las reglas gramaticales".
El lenguaje "inclusivo" se había defendido en Francia en círculos feministas que argumentaban que el lenguaje masculino no es genérico, no es neutro y que por contra implica una "invisibilización" de las mujeres.
La Academia Francesa de la Lengua tomó cartas en el asunto y se posicionó en contra claramente en octubre de 2017, considerandolo una aberración. En noviembre del mismo año Édouard Philippe, el entonces primer ministro, ordenó prohibirlo en textos y actas oficiales.
Blanquer recordó que en los documentos administrativos ya se aplican esas "reglas de feminización" y pidió que se respeten, en el marco educativo, también las normas gramaticales y sintácticas en vigor.
La Academia Francesa de la Lengua especifica que: "En un momento en que la lucha contra las discriminaciones sexistas implica combates contra la violencia conyugal, la disparidad salarial o el acoso, la escritura inclusiva, aunque parece participar de ese movimiento, no solo es contraproducente para esa causa sino perjudicial para la práctica y la inteligibilidad de la lengua".