Por demás todos sabemos que es un
remedio que está muy bien la cocina preparada lista para comer sin más complicaciones
que calentarla, si acaso, en el micro. Nos evita tener que dedicar quizás horas
en la cocina e incluso podemos ahorrar con ella. Pero todo tiene en esta vida
su contraprestación.
Por ejemplo, las salsas comerciales,
que las podemos encontrar en el super tanto en botes de plástico como en botes
de cristal, son de una variedad indeterminada e indeterminable. Mayonesa,
ketchup, mostaza, napolitana, holandesa, barbacoa, etc. Todas ellas tienen un
altísimo contenido calórico, además de su naturaleza grasa; e, incluso, algunas
tienen azúcares añadidos y colorantes artificiales, más otros cientos de
aditivos y conservantes, etc.
Mucho mejor es hacer la salsa en
casa, te servirá para cambiar de tarea, para aprender cosas nuevas, te
entusiasmará enfrascarte y mancharte todo si el resultado final es delicioso.
La cocina es una expresión más de la personalidad y del arte, entrégate a ella
y tu salud te lo agradecerá y el espejo dejará de ver cómo aumenta tu cintura día
a día por más que te machaques en el gimnasio.
Mención especial merecen los aperitivos
salados, las papas fritas que te chiflan, los nachos, las cortezas, los
cacahuetes con miel, etc., que te ponen las pilas cuando te acuerdas de ellos.
Son unos traicioneros, cuídate de ello…¡. La mayoría de estos productos están
sobre las 500 calorías por100 gramo, son dañinos por la grasa por el alto
contenido en sodio, no tienen vitaminas, tampoco minerales; no son lo que
parecen por más que nos encanten, suelen tener potenciadores de sabor y colorantes
artificiales.
Existe toda una industria detrás de
ellos pensando en cómo conseguir que no te comas solamente una patata o dos, se
trata de que quien compre un paquete, lo engulla entero en poco tiempo y a eso
se dedican, les pagan por ello y, la verdad, es que lo consiguen.