Como sabemos el baluarte defensivo de Cuenca fue fundado como fortaleza por los musulmanes y tomado después en el siglo XII, por Alfonso VIII; y posteriormente cedido a la Inquisición en el XVI. Sólo es visitable el monumento desde el exterior y en su entorno podrás conocer los miradores sobre las hoces del Júcar, la Iglesia de San Pedro, la panorámica de la ciudad, Iglesia de San José, el convento y la ermita de la Virgen de las Angustias.
El arco de Bezudo, que se data en el siglo XVI, no es sino una de las antiguas puertas de la ciudad, que separaban los espacios intramuros y extramuros, siendo intramuros la ciudad propiamente dicha y extramuros, los arrabales. Aún pueden verse los restos de la antigua muralla.
Esta puerta de Bezudo, que no es más que un arco llano, está en lo más alto formando parte de la fortaleza junto a un trozo de torreón y restos de muralla que se conservan en la Calle Trabuco.
El Arco es un recurso arquitectónico estructural que es usado desde la antigüedad y aplicado en muchas construcciones. La funcionalidad del arco es la transmisión de las cargas de las estructuras y edificios hacia los laterales jugando con las fuerzas y la geometría de los elementos, más que con la resistencia de estos. La presión y las fuerzas se distribuyen y transmiten a los soportes de sus extremos, como empujes laterales. Su composición es a base de dovelas, estribos, materiales, aparejo.
Como Cuenca es una ciudad de leyenda, no podías dejar de conocer la que va sobre este arco. Según se cuenta, estando las huestes del rey Alfonso VIII asediando el baluarte, que ocupaban los moros si poder hacer efectiva su conquista, y permanecían allí donde pasaban los meses y el hambre hacía presa en el ejército y los debilitaba. Pero un morisco pastor, que se daba cuenta de la situación, pasaba a diario por la citada puerta, hasta que decidió entregar varias ovejas para mitigar el problema del hambre. Entonces, a un capitán le vino a la memoria el recurso que uilizó Ulises para poder salir de la cueva del Cíclope; y así, ponerse por encima cubriéndose el cuerpo con las pieles de las ovejas para entrar en la ciudad. La guardia, en la noche, no se dio cuenta de este engaño, entraron pues reduciendo a los guardias de puesto y liberaron al ejército con lo cual fue posible la conquista de toda la ciudad. Por eso se dice que Cuenca fue conquistada por un rebaño de ovejas.