Quien decida
conocer Cuenca no debe de dejar de adentrarse en su naturaleza, que va a
sorprenderte paso a paso.
La serranía
baja se caracteriza por unas formaciones geológicas que se configura como
grandes “agujeros” circulares que se llenan de agua y aparecen como hermosos
lagos a los que acompaña una vegetación densa. Se originaron hace ochenta millones de años. Realmente Cuenca es el
Paraíso. A estas formaciones es a lo que habrás oído llamar las Torcas de los
Palancares o las Lagunas de Cañada del Hoyo. En el momento de la formación de
las torcas la Península tenía un aspecto muy distinto al que tiene actualmente,
en ese entonces estaba cubierta o bañada por el Thetis, un océano que
existió en el Mesozoico y que se extendía desde el Caribe hasta el Océano
Índico, en un momento en que aún los continentes americano, europeo, africano y
asiático no estaban diferenciados.
Cuando
visites las torcas, que se localizan a unos veinte kilómetros de Cuenca, no
dejes de conocer también Las Corbetas, paraje muy cercano a este entorno, en el
sitio de Pajaroncillo, en el que podrás ver
unas muy curiosas formaciones rocosas fascinantes; y a unos diez
kilómetros de distancia de las torcas podrás encontrar las Lagunas de Cañada
del Hoyo. Cuando estés aquí te parecerá que lo que ves no es real, que es
increíble y mágico, porque el agua aparece, según la hora del día en la que
estemos, de distintos colores.
Además de
los monumentos que nos ofrece la naturaleza, podrás ver monumentos
arquitectónicos como El Castillo del Buen Suceso, la Ermita de la Virgen de los
Ángeles y la iglesia parroquial de Nuestra Señora de las Nieves.
Para hacer
la visita deberás seguir la Nacional 420 en dirección a Teruel y después
desviarte a nueve kilómetros que es la que te llevará al lugar exacto. Se
aconseja, por las condiciones del terreno y relieve, evitar los meses de
invierno, ir equipado con ropa cómoda ya que el acceso a algunas de las torcas
se hace a pie y se trata de una zona montañosa; y escoger para la visita horas
de sol.