La construcción de lo que fue el Convento de San Felipe Neri de Cuenca
estuvo a cargo de José Martín, sobre proyecto de Felipe Bernardo Mateo, que fue
maestro mayor de la diócesis.
La iglesia de San Felipe Neri se alza sobre una
cripta, siendo de nave amplia que crea un espacio que da la sensación de ser
amplio, presenta un espacio en realidad corto y que está dividido en dos tramos
estrechos. Tiene pequeñas capillas entre los distintos contrafuertes y tribunas
que, antaño, estaban cerradas con celosías, un elemento éste recurrente en la
obra de José Martín.
El crucero de la iglesia es muy amplio y da la
sensación de ser un espacio centralizado, una planta centrada; pero, curiosamente,
el presbiterio es rectangular, cerrándose a los pies en forma poligonal. Tiene
bóveda de cañón con lunetos, y en el crucero una bóveda baída remata en
linterna. El edificio tanto en su diseño, trazado, como en su desarrollo y
evolución es barroco, más que por su estilo, por la cantidad de recursos que
recrean sensaciones, estética, usos, etc.
A uno de los extremos del crucero está la Capilla de
las Angustias, de planta elíptica y muros con pilastras corintias, tipo
constructivo que se hace presente en este edificio por vez primera en el
barroco Cuenca.
Hay quien estima que la intervención de distintos
arquitectos habría supuesto también una distinta orientación del edificio.
José Martín, con sutiles cambios en la ordenación de
cornisas y disposición de elementos, sacó al edificio de la solemnidad barroca
y le dio renovado aspecto rococó, aportando asimetría y una delicada
disposición ornamental sobre los paramentos coloreados de tonos pastel. Las
enjutas están adornadas con angelotes y en el cuerpo superior, presencia de ventana
enmarcada de pilastras y entablamento levemente curvo, enlazándose ambos
cuerpos mediante finas molduras.