El Convento de los
Descalzos está en un lugar tranquilo en donde podrás ver restos del muro de
cerramiento exterior. Su fábrica data de XVI y se encuentra en excelente estado
de conservación. Está adosado a la Ermita de Las Angustias, a la que
tradicionalmente se le besa el manto el Viernes Santo, y el acceso es por el lateral,
la puerta es de estilo rococó, el estilo tardío del Barroco donde se barroquita
al máximo y se adorna la arquitectura con motivos florales y líneas sinuosas
que se enroscan unas sobre otras; el atrio es ajardinado, y en él está presente
una cruz votiva, hablamos de la Cruz del Convertido, que ha inspirado leyendas
populares en torno a extrañas apariciones y salvaciones milagrosas.
Tiene una
mano esculpida que según la leyenda era la mano de D. Diego, una especie de D.
Juan Tenorio que terminaría arrepintiéndose de sus procederes para con las
mujeres, porque en la cruz una vez el demonio con aspecto de mujer lo engañó
convirtiéndose en Dña. Diana, dama por la que D. Diego había perdido
completamente el sentido, pero al estilo donjuanesco, ya sabemos…; y cuando procedía
a besar a la dama, vio el rostro verdadero del maligno, por lo que huyó
despavorido y se arrepintió, ingresando en el convento para expiar sus culpas
por toda su vida.
El
convento franciscano de Los Descalzos como popularmente se conoce, se edificó
bajo la advocación de San Lorenzo. El monasterio se erigió en los terrenos,
-una casa y una huerta-, cedidas por el arcediano de Alarcón y canónigo de
Cuenca Marcos de Parada que murió en 1578; y la iglesia fue posible por el
mecenazgo de Jerónimo Venero y Leiva que cedió los bienes precisos para su
construcción y quien más adelante en el tiempo llegaría a ser arzobispo de
Monreale, en Sicilia.