Una energía limpia es llamada también energía verde por no generar residuos y se podría definir como un sistema de producción energético que excluye cualquier tipo de contaminación; también podría definirse como la gestión de eliminación de residuos que pueden ser peligrosos para el medio ambiente.
La preocupación por la preservación de los ecosistemas y el agotamiento de la energía que proporcionan el petróleo o el gas, lleva a pensar en la alternativa que suponen la energías limpias. Pero hay que diferenciar energía limpia de energía renovable, ya que esta última no necesariamente significa eliminación de residuos.
Las fuentes que utiliza la llamada energía limpia son el viento y el agua. Son energías limpias la geotérmica que usa el calor interior del planeta; la eólica, que usa el viento; la hidroeléctrica, que a partir del agua consigue energía eléctrica; y la solar, utilizada con frecuencia para calentadores solares de agua.
La energía convencional lleva anexos unos altísimos costes que últimamente se están haciendo insostenibles, costes a nivel empresarial y social; asociados además a elevadísimos costes medioambientales, a la energía nuclear y a combustibles fósiles como el carbón y el petróleo. Todo lo expuesto lleva a un replanteamiento de la cuestión que hace a las políticas internacionales desencantarse por las energías limpias y puras. Las energías limpias no necesariamente son energías renovables, por ejemplo, el gas natural, que no es del todo limpio porque aunque mínimamente, puede contaminar, es además una fuente agotable. Las energías limpias no generan residuos y son respetuosas con el medio ambiente. Se suceden los proyectos de investigación alrededor de estas energías, por ejemplo, el IEUA, Instituto Universitario de Electroquímica, tiene a toda una generación de investigadores trabajando en tales proyectos. Su objetivo es formar teórica y experimentalmente; y a ello se aplica el proyecto europeo ELCAT sobre reactividad electroquímica de superficie en electrocatálisis que dirigen Juan Feliu y Enrique Herrera.
Se trata de educar a los investigadores en habilidades científicas y de liderazgo para que puedan actuar independientes en nuevas áreas y proporcionarles una visión atractiva de la investigación interdisciplinar. Confluencia de técnicas de vanguardia en investigación teórica e instrumental, nuevos métodos computacionales y nuevos modelos para estudiar las reacciones de transferencia electrónica a escala nanoscópica y otras técnicas avanzadas que demandan las nuevas necesidades de la industrialización.