El ciclismo de base aumenta el potencial para el almacenamiento de carbohidratos dentro de los músculos y el hígado; y mejora el sistema respiratorio, ya que con este ejercicio se transporta más oxígeno al sistema circulatorio.
Con su práctica se incrementa la eficiencia neuromuscular de la técnica del pedaleo; y también aumenta la eficiencia del corazón, ya que puede llegar a bombear más sangre por minuto.
También se beneficia el sistema de termorregulación, ya que aumenta el flujo sanguíneo a la piel; del mismo modo que mejora la habilidad para quemar grasa durante los eventos o competiciones de larga duración. Mejora la resistencia de los músculos de los ciclistas al incrementarse el número de mitocondrias, estructuras celulares en los músculos que son las que producen energía aeróbica.
Lo primero en el entrenamiento o ciclismo de base es definir los objetivos inmediatos, lo que atañe a la fase primera en relación con lo que deben ser las metas a lo largo de todo el año. Tomamos como ejemplo, el correr unos 320 kilómetros en 15 horas sin tener que terminar agotado; o en el entrenamiento para una carrera de 24 horas, unos 1.200 kilómetros.
Correr por ejemplo 160 kilómetros en 7 horas sin agotarse, para dobles o una carrera clásica cicloturista.
Es interesante bajar de peso progresivamente para llegar a un peso óptimo y competitivo.
Un entrenamiento de base debe incluir cada semana dos entrenamientos de resistencia, cada uno de los cuales tiene, al menos, unas dos horas de duración en zonas 1 a 3 del Umbral Aeróbico, que seríanZ1 = 65-75%, Z2 = 75-85%; y Z3 = 85-95%. Los cuales podrían incluirse en esquí de fondo, en excursiones de caminatas largas, en ciclismo de montaña, y también en ciclismo de ruta. Lo ideal sería que un atleta saliera a ejercitarse con la bicicleta, al menos, dos horas a la semana y tres veces por semana.
Al comienzo del entrenamiento o ciclismo de base, se debe planificar una actividad de tres a cuatro horas, por ejemplo, el sábado, ya sea en la actividad que el deportista escoja; así como un ruteo de dos horas, el domingo, por ejemplo. En época estival, cuando ya los días son más largos, debe programarse un ruteo largo, de unas tres o cuatro horas a mitad de la semana y otro ruteo de cuatro a ocho horas en fin de semana. Estos tiempos dan ocasión para la recuperación entre los ruteos largos.