Unidos en el yo trascendente. Comentarios al hilo del artículo "Morir solos" de Julio J.Martínes, en ABC 17 deAbril de 2020
Sorprende muy gratamente el artículo “Morir solos” que
escribe en ABC Julio J. Martínez, rector de la Universidad Pontificia de Comillas, en Viernes 17 de
Abril de 2020, motivado por la respuesta que merece el sufrimiento de tantas
personas víctimas de la pandemia y de sus familiares, de los que se van y de
los que se quedan. Al hilo de su lectura surgen algunos comentarios que pienso
es importante participar.
“…enfermos muriendo
solos y los familiares padeciendo un gran sufrimiento por no poder acompañar y
despedirse de sus seres queridos”.
Lamentable, más que lamentable, pero quepa aquí algo
de consuelo al saber que los enfermos en el momento de su muerte tienen a todos
su seres queridos en su pensamiento, seguramente esto es así, consciente o
inconscientemente, dado que participan ya de alguna forma, en ese punto de inflexión
que supone la agonía, de esa otra dimensióna la que pertenecemos, a la que
realmente pertenecemos, de donde venimos y adonde vamos tras caminar por este
camino intentando acercarnos cada vez más a la perfección, conscientes o
inconscientemente, porque eso es la vida, uncamino de perfección.
Por otra parte existe algo que se llama
interconexión electrónica, mediante lo cual estamos en contacto los unos con
los otros, de alguna forma, consciente o inconscientemente, en ese momento
estamos todos siendo uno con la persona que, aparentemente, “se va”; y digo
aparentemente porque hay que tener consciencia de que su presencia sigue con
nosotros. Algunos seremos conscientes otros no, pero aquí no termina todo, el
cuerpo solo es nuestro vehículo físico para movernos por este mundo pedregoso,
lleno de obstáculos y calamidades, algunasalegrías sí, pero siempre parecen
menos las alegrías que las piedras en el camino. Ellos están, en los momentos
duros y difíciles y en los de júbilo, así que podemos hablarles cuanto queramos
porque ellos nos oyen, nos atienden, son como el concepto tradicional de santo,
nos ayudan si los invocamos. Cuántos santos hay que nohan subido a los altares ¡…,
conozco algún caso.
No digáis adiós, la actitud no debe ser de ruptura
sino de continuidad teniendo en cuenta que ciertamente las cosas cambian porque
ahora compartimos dimensiones diferentes. Ellos conocen este mundo y participan
del otro, nosotros solo conocemos y/o podemos intuir la otra dimensión pero
seguimos condicionados por nuestramaterialidad.
“Despedirse
nunca es fácil, pero si las circunstancias lo impiden el sufrimiento se ahonda
más.”
Quienes quedan de este lado, realmente no son
consciente de la realidad por la que hubode pasar quienes pasan al otro lado.
La cama del hospital es la puerta que nos abre y/o cierra dos dimensiones, lo
que conocemos como vida y lo que intuimos que es la muerte. Que no es la nada, sino
la comunión con los que antes aquí estuvieron, con los nuestros a los que hacía
tiempo no veíamos en persona; con Dios mismo. Dios es la pura energía y nosoros
somos parte de esa energía porque si no no tendríamos vida, con cuerpo o sin
él, dentro del cuerpo o fuera de él, vivimos, pero cuando atravesamos esa
puerta lo hacemos ya liberados de las cargas que suponen la materialidad. Somos
un cachito de Dios, somos como niños recién nacidos frentea la presencia de un
ser fuerte y adulto, sabio y eterno que nos guía y nos guiará, es nuestra
naturaleza misma, somos como gotas en un cristal mojado por la lluvia, vamos
cayendo, juntándonos unas con otras, hasta formar unrío, hasta formar un
charco, hasta llegar a un acuífero, hasta llegar aun río, hasta llegar al MAR, -al
menos tal y como conocemos el concepto de mar-, que no existiría sin cada una
de sus gotas de agua. Aquí somos uno y somos todo a la vez, aquello que
aparecía en el Evangelio de san Mateo puesto en boca de Jesús que decía”que todos seamos uno como TÚ PADRE estás en
mí y yo en TI”.
Benedicto XVI se expresa en tono de deseo, de
anhelo:
“Que el amor pueda llegar hasta el más allá, que sea posible un recíproco dar y recibir, en el que estamos unidos unos con otros con vínculos de afecto más allá del confín de la muerte”
Sepamos que es posible la comunicación entre las dos
dimensiones y podemos hablar connuestros seres queridos como oramos en silencio
o con voz a Dios, podemos incluso habalr con nuestros enemigos, que ya lo serán
menos pues participan de una grandeza que antes con tenían aquí en el
materialidad del mundo tal y como lo conocemos.
Hemos de suscribirlas palabras de Julio J. Martínes,
rector de la Universidad Pontificia de Comillas, que dice que:
“Ante la
cruelda de las muertes de esta pandemia podemos convertir el tiempo terrenal en
“tiempo de Dios” y experimentar, en él, la comunión viva de las almas. Nunca es
demasiado tarde para el encuentro de corazones y nunca es inútil ese encuentro”.