En estos tiempos de coronavirus que vivimos, estamos experimentando más que nunca cómo la unión hace la fuerza. Ya nos enseñó a ello Gandhy con su resistencia pasiva y el propio Evangelio de San Mateos pone en boca de Jesus "que todos somos uno, como TU PADRES estás en MÍ y YO en TÍ".
La resistencia pasiva es lo más activo en realidad que hay, frente a la pandemia, la solución es quedarse en casa, controlar movimientos, rentabilizar fuerzas, para que el esfuerzo no sea en vano. Todos a una, porque todos somos uno, todos tenemos un mismo objetivo: salir de ésta, por decirlo en términos coloquiales.
Pero para salir de ésta, curiosamente, lo vamos a conseguir con nuestra reclusión. Habrá quienes se pregunten por el sentido del clero de clausura, el sentido es la oración, la ciencia de dirigir la energía positiva hacia la consecución de un objetivo común, recamando la intercesión divina eneste caso. El poder de la mente es infinitamente más poderoso de lo que el humano de a pie se figura.
A las ocho de la tarde todos tenemos una cita para agradecer, la gente sale al balcón o por las ventanas a aplaudir el trabajo y la valentía de los sanitarios y de todos los que activamente intervienen en la lucha contra la pandemia: fuerzas de seguridad, ejército, etc. El aplauso es una especie de mantra, una especie de oración que aúna voluntades.
Para que el humano no se frustre ha de tener objetivos a corto plazo, tiene que ver deseos cumplidos a corto plazo, porque si no se pierde en el intento y no lo consigue. Así que, cada día, se renuevan fuerzas viendo que todos estamos a una, los aplausos desde las casas son la prueba, la señal de que todo sigue y de que todo va a salir bien. Los aplausos son como una especie de oración, como un mantra urbano que une voluntades y encamina la energía positiva de cada uno de nosotros hacia la consecución del objetivo.
Expresión del común deseo de dar y agradecer al mismo tiempo. No podemos hacer otra cosa, no se nos permite hacer otra cosa por el bien común, pues vamos a agradecer y vamos a luchar sin armas.
El hombre ante la adversidad se une y apela a la divinidad, aun sin ser consciente de ello. Era tremendo pero a la vez precioso ver cuando ardió Notre Dame como la gente se unió en oración, cantando, llorando, deseando que todo se arreglara, pidiendo que se salvara lo máximo posiblede aquella tremenda obra de arte, sumum del arte gótico, pero también y fundamentalmente una iglesia, la Casa del Padre. Quedan vídeos que realmente estremecen porque te transportan al fatídico día aquel, el mismo día en que todos se unieron para rezar cantando, para practicar su mantra, para luchar contra lo que estaba pasando, luchando simplemente por medio de la energía. La energía con su más alta acción vibratoria electrónica, aquella que produce la vida, la que posee la cualidad de amor.
Este año de 2020 no hay Semana Santa, la hay como todos los años pero sin la expresión comunitaria que actualiza su fe viendo cofradías o procedionando con cada hermandad, este año toca recogimiento, se cambia el fervor en la calle por el simbolismo y el pueblo sabe manifestar su fe de forma más personal; y el mantra, la oración se convierte en virtual, las procesiones serán virtuales y los oficios online. El Covid 19 ha supuesto un cambio, ya descubriremos como nos cambia a cada uno de nosotros. Mientras tanto todos conectados pero todos en su casa.
La unión hace la fuerza, a veces no hay que hacer nada para conseguir el objetivo, la actividad se cataliza en el encierro, en la clausura, pero otros tienen la obligación de caminar, de dar pasos por los demás. El primer paso es el que más cuesta, el nacimiento del primer hijo es el más costoso y para el primer hijo, el nacimiento también lo es, más que para los demás, porque realmente está haciendo camino. Quizás sea éste el sentido en el que antaños se entendía la primogenitura y el mayorazgo. Deberes y obligaciones traen anexos privilegios.
Siempre y cuando estés dispuesto a dar el primer paso has de saber que ese primer paso es el más importante del camino. Lógicamente el primer paso no transportará de inmediato al individuo al lugar al que quiere llegar, pero sí es verdar que el primer paso es el que te va a sacar de dónde estás ahora.
Hay muchas formas de dar el primer paso y de continuar después, no solo es en el sentido extricto de caminar, se puede avanzar de muchas formas. Ahora nos ha tocado reclusión y movernos lo mínimo posible.
Hay que asegurarse de recorrer el camino con quien sepamos comparte nuestro mismo sueño, nuestro mismo objetivo. Esto es así socialmente y políticamente.
Hemos de hacernos uno también con la naturaleza, que también tiene sus necesidades y sus exigencias. El hombre sin ella no es nada mientras que la naturaleza existió, existe y existirá independientemente de la existencia del humano. El humano debe desterrar conceptos antiespecistas y aunar fuerzas, porque independientemente de cual sea nuestro vehículo físico (cuerpo) para movernos en esta madre Tierra, todos somos uno, el humano ha de darle la mano a otras especies, a de fraternizar con los demás animales, con los demás seres, también somos uno. Somos parte, porciones, de energía que vienen a sumarse y a completar el concepto de ENERGÍA por excelencia, sinónimo de demiurgo universal, deDios, de como cada cultura quiera llamarle.
La Primavera no lo sabía
Todos somos uno para ayudarnos en cada paso, unos somos guías de otros y seguidores a la vez de otros, todos aprendemos y aportamos en un camino de perfección que nos trasciende. Es importante caminar al lado de quien tenga la habilidad de sacar lo mejor de nosotros y nosotros, con respeto, podemos sacar lo mejor de alguien también. Unos y otros son ángeles para los demás, mutuamente. Cielo y Tierra se dan la mano, no están tan lejanos como se pudiera pensar.
La unión hace la fuerza, unos son apoyo e impulso para los otros, para poder conseguir el objetivo, para hacerlo posible.