El sector empresarial y con respecto al escaparate internacional, diríamos que no tiene un pequeño problema…¡¡. España en este sentido parece no ser muy competitiva a nivel internacional, falta producción, innovación y precios asequibles en una coyuntura de crisis tan espantosa como la que está sacudiendo el mundo.
Ante este estado de la cuestión, quién es capaz de aventurar qué es lo que va a pasar a largo plazo?. La situación para nada se revela como estable. Los precios elevados se podrían mantener cuando se ofreciese mayor valor añadido, para lo cual los modelos de productividad, investigación y
desarrollo deberían cambiar con fuerza. Otra conducta económica que no fuese ésta nos cerraría las puertas en el mercado y posicionamiento internacionales.
Pero el problema va más allá porque la productividad, la competitividad y la generación de empleo van de la mano; por lo cual si no hay empleo, la economía no crece y la posición española en el ranquin internacional será pobre, no será más que mediocre, nada competitiva.
El desempleo está acabando justo con lo que más necesitamos: una personalidad estable y fuerte que haga al individuo, a los individuos líderes, que los haga inteligentes y atrevidos profesionalmente, que innoven y creen; y progresen, entendiendo el progreso como la progresión geométrica que estamos necesitando.
El desempleo está minando la valentía de los ciudadanos, porque éstos, desorientados, ya no saben por dónde tirar; y están como en un estado de catalepsia esperando que las vacas flacas se conviertan en vacas gordas y frondosas y todo ello por arte de magia.