Muchos consideran a la no-violencia
simplemente como una forma de lucha por el cambio social y político; y
es mucho más que eso, es una expresión más de la espiritualidad a la
que estamos llamados. En este sentido recordaremos por ejemplo a Jesús, Gandhi y a Martín Lutero, ejemplos a imitar que para nada fueron pacíficos.
La paz no es lo que se enseña simplemente como no intervención de armas o no uso de fuerza física contra el otro. La violencia
mayor es la que genera la fuerza del inconformismo contra la
injusticia, al ser no violento se está siendo violento con los
violentos porque le estamos desmoronando todo su castillo de arena, su
castillo de violencia, que había sido construido con la prepotencia, la
humillación, la negación al bien, la negación al otro, la exclusión
del otro, el mirar para otro lado, el uso de armas ya sean pistolas o
simples puños…
La No violencia en realidad es la mayor de las violencias porque es lo que se impone y termina por ningunear la maldad de la violencia física, es una forma de violencia mental
porque hay que tener mucho valor, mucha energía y mucho tesón y mucha
autoestima para no hablar en su idioma a los violentos y hacer que
aprendan el lenguaje de la no violencia.
La no violencia
es mucho más que reglas sociales, es una forma de expresión de la
energía positiva que la sitúa por encima de la negativa, es una forma
de hacer que el bien triunfe sobre el mal, porque así es como debe ser.