El matrimonio, la pareja estable se sustentan o deben sustentarse bajo las bases únicas del amor, si no, no tiene sentido. Pero sucede que a veces el matrimonio no se establece sino con fines económicos, hay quienes suelen entender el matrimonio como un negocio, una transacción y una venta, donde los conyuges se pertenecen el uno al otro. Y nada más lejos, nadie pertenece a nadie, cada cual es soberano de sí mismo.
La
pareja si se entiende como “compromiso afectivo”, ya vamos mal,
“compromiso”, obligación, si se obliga a alguien a hacer algo es que en
realidad éste no quería hacerlo, ese es el motivo y el fin de la
obligación, comprometerse es obligarse; mientras una comunidad de amor
debe basarse exclusivamente sobre eso, sobre el amor, nada que se
parezca a interés ni a economía, ni a sociedad, ni a cooperativa.
El amor
no es un negocio y quien así lo entienda se equivoca de medio a medio.
Hay personas que establecen sus relaciones de pareja, familiares, etc,
en función de la seguridad, sacrificando el sentimiento verdadero ante
el bienestar económico, la diversión, el dinero, los viajes,
un vivir hacia afuera desaforadamente que mata de todas, todas, el
vivir hacia dentro, que es lo que potencia y realiza el verdadero amor,
es lo que curte a la pareja verdadera. Algunas parejas sienten como un
horror vacui, horror al vacío, miedo a quedarse solos con ellos
mismos, porque entonces qué pasaría, se reconocerían auténticamente y
no se gustarían, no se soportarían, se establecerían luchas de poderes,
no habría verdadera aceptación; por eso una pista desaforada de
actividades que se suceden una detrás de otra sin dar lugar al
descanso. Eso quema a cualquiera.
Hay
parejas que entretienen a su partener de todas las formas imaginables y
por imaginar para retenerlas. Pero no hacen más que eso, entretener y
entretenerse, quitando y quitándose vida y oportunidades, para vivir
realmente, para crecer, para encontrar el verdadero amor. Todo ello es
esfuerzo; y todo lo que se fuerce en el amor, realmente no es más que
desamor. Si alguien no quiere querer a alguien y a pesar de todo la
quiere, eso dice mucho más que aquel que queriendo retener a alguien se
obstina obsesivamente, aunque si se para y analiza sus sentimientos
verdaderos, incluso puede descubrir que no existen tales o no como ella
imaginaba, si es que en realidad existieran. Amar es entrega, no
obligación; amar es sentir, no cumplir; porque ya sabemos aquello de
“cumplimiento = cumplo y miento”.