La información es esencial para hacer frente de forma efectiva y certera a los retos que la sociedad presenta.
Para ser efectiva debe llegar a todos los ciudadanos sin distinción, todos deben recibir la misma información para que todos tenga la oportunidad de procesar el mismo contenido sin que éste esté contaminado de tendencias algunas de ningún género ni ideología, ni situación económica, ni política…
¿Y por qué hay problemas en que esto se dé?. Pues porque un pueblo informado es un peligro para quienes están en el poder y no lo hacen del todo bien; ya sea este poder de la índole que sea, político, económico, laboral… Sin embargo esta creencia es una equivocación en parte, ya que un pueblo desinformado es como un rastrojo, pasto de las llamas. De la desinformación se extraen manipulaciones, crímenes, revueltas…, se llega al estado de crisi, de alarma y hasta el estado de guerra. Pero un pueblo debidamente informado y debidamente educado será capaz de pensar por sí sólo y además correctamente. La mala información, la parcialidad o la desinformación no son sinónimos de democracia, son sinónimos de despotismo que en pleno siglo XXI no ha lugar.
Por el contrario la educación en valores suficientes, la educación, la ética, el civismo hacen que un sujeto debidamente instruido en todo ello sea capaz de mirar y ver claramente lo que a su alrededor sucede, a su alrededor y más allá, y más allá de allá…; y lejos de ser un problema será una bendición, porque participará comprometidamente con la comunidad en la que se integra y aportará
lo mejor de sí. Aportando su grano de arena para que entre todos todo vaya mucho mejor.