La filosofñia del socialcomunismo instalado en el poder viene a resumirse en una frase de Lenin.
La sociedad se convierte en una masa amorfa en la que los individuos se identifican simplemente como números. El Estado es el amo y señor único, todo pertenece al Estado y nada tiene el ciudadano, la propiedad se reparte entre todos, dicen ellos, los comunistas, no existe pues propiedad privada, sólo el Estado tiene propiedad, la de todos y únicamente él hace y deshace a su antojo. Aprovecha a los indivíduos según su utilidad, el individuo no progresa, sino que sobrevive si acaso, le bastaría con no pensar, consintiendo su alienación total, pero quién consiente eso, que lo anulen, no ser, ser nada...
La paz no se consigue con la guerra, sino el sometimiento.
Nadie puede cuestionar los principios comunistas, se convierte en opositor al régimen, es decir se posiciona frente al régimen, se convierte en su enemigo y para el comunismo el enemigo es un ente aniquilable. Quien no se somete es eliminado. Esto es así desde que surgió en comunismo, los neocomunistas siguen practicando estos presupuestos.
Todos camaradas hasta que se llega al poder, pero una vez en él, el político, el comunista, el antidemócrata, se convierte en los que ellos antes criticaban, se convierten en "la casta", los ricos, los poderosos, nada más que ellos mismos les importa.
Incitando el odio de clases hacen que los que pueden no puedan o no quieran ayudar a los que necesitan, los que necesitan se han levantado previamente contra los que pueden, porque ellos no pueden y no ven la forma de seguir adelante con sus vidas. Así, donde podría haber simbiosis el socialcomunismo siembra discordia e impide el progreso.
La gente no se da cuenta porque al poder le conviene que los ciudadanos no piensen, le dan la ideología hecha, impuesta, no la tienen que digerir, solo obedecer.
Quienes comulgan con estas ruedas de molino tendrán un trabajo, los que no, largos años de paro, boicot y acoso.
En este estado de la cuestión la educación no conviene, no sirve para nada, un individuo con educación y cultura podrá pensar y eso no conviene, así que los presupustos educacionales y culturales se sitúan bajo mínimos, se amarillea la historia, se hace lo blanco negro aun delante de los ojos de individuos cultivados que, por miedo o por conveniencia asienten sin más, traicionándose a sí mismos y a la verdad.
La moral es otra cosa que está de más en el socialcomunismo. Anarquía moral, amoral, aprovechan presupuestos de progreso para inculcar el libertinaje en las mentes en vez de educar en el bien y en la paz, en la justicia y en la ética... Y... TODO NO VALE.
La familia, célula del Estado, es otra cosas a destruir, la idea es que el Estado tenga individuos a los que gobernar, de su propiedad realmente, niegan cualquier vinculación por encima del Estado, nadie tiene más relación de cercanía con el individuo que el propio Estado porque es su dueño, ni su madre ni su padre, nada de eso, por encima de todo está el Estado. Es decir, los cuatro listos que se subieron a la poltrona. y ejercen su dictatorial poder con las mentiras más soeces e indecentes, ofendiendo la inteligencia de la sociedad.
La espiritualidad, ¿para qué?, un individuo sensible, pensador, que se sepa en el mundo y sepa de su propia significación no interesa al Estado socialcomunista porque piensa y se le puede siblevar, lo que interesa a ellos, a la casta socialcomunista, es que no exista pensamiento en los ciudadanos sino voluntad de obedecer y para eso está la coacción y la violencia.
Efectivamente, el ciudadano con el socialcomunismo como, si come, de las migajas que caen de la mesa de los poderosos socialcomunistas instalados en el poder.
De esta forma el Estado se convierte en una entidad suprapotente que se enfrenta al concepto de Dios como demiurgo universal, el creador de todo, pero más en el sentido de EL QUE TODO LO PUEDE, para desgracia de los ciudadanos.
Eso es lo que votaron quienes dieron fuerza a los socialcomunistas, como no salgan pronto vamos a ver como vamos a vivir, si vivimos.
Hay mentes preclaras desde la más tierna infancia, la inocencia le impide adaptarse aún a ciertos convencionalismos sociales. Hace algún tiempo llegó hasta mí desde las redes esta imagen de una frase, más que expresiva, que un niño de 5 años transmite al vicepresidente segundo del Gobierno socialcomunista de España: