Felipe VI tuvo, tras su ausencia en la entrega de despachos a los 62 nuevos jueces, un gesto de entereza y solidaridad telefoneando a Carlos Lesmes, presidente del Tribunal Supremo, para comunicarle que le "hubiese gustado" asistir al acto de entrega de despachos al que no pudo asistir por habérselo prohibido el Gobierno socialcomunista que preside Pedro Sánchez, algo erróneo por mucho que Poyato diga que es una decisión acertada.
El Gobierno parece decidido a hacer añocos a este país nuestro para poder corresponder a quienes debe la silla presidencial Sánchez.Mientras están pasando este tipo de cosas la ciudadanía se pregunta por qué el rey no se pronuncia claramente ante decisiones tan incongruentes como arbitrarias, del todo contrarias a los intereses nacionales constitucionales. Si los ataques a su padre y los fallos de éste mismo, lo frenan, ha de saber que España hoy es lo que es precisamente por su padre. No se trata de frenarse, sino de pronunciarse vigorosamente.
Todo está en el punto de vista desde donde se miren las cosas, no parece sino que Felipe VI tuviese que avergonzarse de algo. NADA DE ESO. La transición discurrió como balsa de aceite por la presencia de su padre y eso todos se lo tenemos que agradecer. Si las cosas están calentitas a día de hoy, recién fallecido el generalísimo, estaban hirviendo y D. Juan Carlos supo manejar el timón convenientemente para todos. No hay que renegar de este hombre que, como hombre, no es perfecto, pero es el rey, aunque jubilado, a quien debemos mucho.
Qué es eso de que tiene una herencia tan pesada como difícil de gestionar, nada de eso, debe estar orgulloso de la herencia de su padre y no dejarse manipular si afectarse por los ataques socialcomunistas que no quieren nada bueno para el presente rey Felipe VI.
Felipe tienes que actuar, te lo digo por si cayera en tus manos este texto, te lo digo como si fuera tu hermana mayor, que somos de ma misma edad ella y yo; y la familia real en realidad es familia de todos. Hay una fábula indú sobre una serpiente que se sentía sola porque acostumbraba a morder a la población y un día habló con un sabio que le dijo que se mantuviera moderada, intentó la serpiente hacerle caso y entonces otro día el sabio encontró a la serpiente herida y mayugada porque había sido apaleada, porque siguiendo los consejos del sabio, consejos de moderación, se había dejado pegar. A lo que el sabio respondió que el consejo era moderación pero que no le había dicho que no se defendiera, que sacar los dientes y mostrar su poder era su defensa, sin tener necesidad de atacar.
Por otra parte, si el Gobierno es cierto que tiene la facultad de refrendar los actos del monarca antes que éste actúe, sí es lógico desobedecer lo que no es lícito ni legítimo y es contrario a los intereses de España. Maquiavelo decía que al gobernante que no se conducía en beneficio de su pueblo era lícito deponerlo. Así que ya estamos tardando. Si el rey reina pero no gobierna y el que gobierna no lo hace como debe, hay que deponerlo.
Según unos Sánchez no ha cometido ninguna ilegalidad de acuerdo con los anteriores presupuestos pero según otros lo que ha cometido es una especied e golpe de Estado, ninguneando, secuestrando la voluntad del Jefe del Estado, que no es Sánchez sino el propie Felipe VI.
La iniciativa de Sánchez de vetar la presencia del rey en ese acto para satisfacer las exigencias de sus socios independentistas, es de todo punto ilegítima.
Zarzuela no puede aceptar con mansamente las decisiones de la sátrapa Moncloa e incluso endosarselas como propia. Esto hay quienes lo interpretan como desvarío del que no sabe lo que se está jugando, otros lo interpretan como un pésimo consejo de quienes le rodean. Hay también quienes acusan a Jaime Alfonsín, jefe de la Casa del Rey, con exquisita educación y prudencia pero con las mismas dosis de cobardía, algo contraproducentes frente a los ataques socialcomunistas, frente a los cuales el valor es fundamental para la supervivencia.
Incluso otros interpretan la actitud regia como cruzarse de brazos para no provocar un un conflicto institucional, estando obligado al respeto al mandato constitucional, pero cruzarse de brazos en este crítico momento de la Historia de España no parece lo más productivo, ni para la Corona ni para España, frente a tan bestiales ataques frontales de los socialcomunistas.
¿Qué debería que haber hecho Felipe VI, entonces?. Si una llamada cordial a Carlos Lesmes crispa los nervios de Calvo Poyato, haciéndola decir que todos habían de relajarse "...y cuando digo todos es todos"..., en clara alusión al rey y a la llamada que hizo a Lesmes, si éste se hubiera plantado manifestando su disgusto ante la decisión del Ejecutivo, qué hubiera pasado. Por eso no hay que juzgar a la ligera, para comprender hay que estar calzando sus zapatos, los del rey en este caso.
Vetar la presencia del rey en un acto es grave pero es que además la entrega de despachos a los nuevos jueces no es que sea un acto cualquiera. Nuestra Carta Magna, la Constitución de 1978, cuando regula el poder judicial dice que: 'La justicia emana del pueblo y se administra en nombre del Rey'. Luego, a qué viene ahora evitar la figura del rey.
La Constitución expresa de este modo la legitimidad del poder judicial que, como todos los poderes del Estado, emana del pueblo español u es en éste donde reside la soberanía nacional y el rey es su representante, el rey es España y los españoles a un tiempo.
La administración de la justicia se hace en nombre del rey, quien simboliza la unidad del Estado, la soberanía y unidad de la Nación.
La presencia del Rey tiene esencia constitucional y política, siendo la expresión del permanente apoyo de la Corona al poder judicial en defensa de la ley y de la Constitución.
El rey no puede ser ninguneado ni él debe permitirlo, debe enseñar los dientes y silvar, como la serpiente de la fábula hindú, con lo cual quedará claro que el poder está en su mano, utilizarlo o no está en su voluntad. El monarca no puede permitir que un Gobierno socialcomunista que parece más de izquierda radical que otra cosa lo arrincone en un ángulo oscuro, como el arpa del poeta, silenciosa y cubierta de polvo veíase el arpa, la mano que le diga levántate y anda somos todos los españoles de bien que están apoyando a Felipe VI y que le decimos que se pronuncie. Es que corre el riesgo de que los socialcomunistas instalados en el gobierno pongan en jaque la Corona. Siel rey calla alguno puede interpretar que otorga y esto es peligroso. Debe reivindicar su presencia y su función para que la ciudadanía toda sepa cual es el significado de la Corona.
Para que la gente calle a "ministros" como Garzón que acusó al rey de "maniobrar contra el Gobierno democráticamente elegido", que es mentira, lo de la maniobra y lo de que el gobierno fuese democraticamente elegido, ya lo sabemos todos, pero ellos pinchan a ver si explota lo que sea, porque los comunistas dicen que en la revolución está su éxito. Se creció y siguió calificando de “insostenible” la postura de la Monarquía, a la que acusó de incumplir el principio de neutralidad que le marca la Constitución.
Esta vecindonería no lleva más que a señalar una crisis institucional grave, el punto al que busca el Gobierno socialcomunista llevar a la Corona. Pero la Corona en España tiene suficiente y más que bastantes tablas para caer en esta trampa.
Si el presidente Sánchez no desmiente y cesa de inmediato a su ministro Garzón, daría pie a que todos sospechamos que quien dirige las operaciones y está en primera fila de acoso y derribo a la monarquía parlamentaria española es él mismo.
Felipe VI debe ponerse "en pie con el puño en alto", como en Bailando con lobos, erguido silvante, como la serpiente de la fábula hindú, debe estar dispuesto para movilizar apoyos en la sociedad civil, en su pueblo, buscar el apoyo de la gente dispuesta a la defensa de la Corona y la Patria, de la democracia española real, no lo que el socialcomunismo llama democracia que no es más que una república bananera; la monarquía parlamentaria, sistema de gobierno al que se llegó por acuerdo del espíritu del 78 y por elecciones, una forma de gobierno que ha supuesto ya más de 40 años de paz y de prosperidad.