En un artículo de Fernando Ónega en La Vanguardia, habla de la salida del rey padre de España. Afirma que tres semanas antes desalir de España con destino a Abu Dabi, expresó:
“¡Y ahora me quieren echar de España!”
Tal fue la afirmación y el ánimo del rey Juan Carlos I. AL parecer, se lo habría dicho por teléfono a una persona de su confianza.
De
ser esto así, no se habría producido una salida vacacional ni una
especie de exilio voluntario, ni tampoco nada que ver con el “plan de
fuga” de la justicia del que tanto habla U. Podemos, ni mucho menos.
El rey padre se habría marchado de España por imperativo de hacerlo, lo habrñian obligado a marcharse de
España. Como es lógico esto no es nada natural.
En principio la hipotética salida al extranjero se barajaba y orquestaba por
personas relevantes tanto de la Casa Real como de la presidencia del Gobierno, el tema era recurrente ya un mes antes de la partida y estaba ya en las conversaciones y crónicas políticas.
Algo que en absoluto comparten los monárquicos y
republicanos con cabeza sobre los hombros, lo que está bien lo está y lo
que no lo está, por más que se obstinen en hacerlo parecer, no lo
estará nunca.
Los republicanos más recalcitrantes soñaban con D. Juan Carlos I fuera de Zarzuela, expulsado de su Casa.
Esto
supone en cierto modo una especie de nuevo repudio por parte de su
hijo, el rey Felipe VI, ya supuso una gran ofensa la renuncia a la
herencia de su padre, sin entender en realidad que la herencia de Juan
Carlos I es la propia Corona, la propia Monarquía que representa Felipe
VI, la posición ciertamente es muy peligrosa.
Esta
salida pues no deja de ser, -de ser cierto lo que Ónega expresa en el
citado artículo-, una soberana humillación, el sueño más soñado por el
republicanismo.
Divide y vencerás, ya
lo decía Maquiavelo, con ésto lo que se hace en realidad es aislar al
rey Felipe VI de su padre el rey Juan Carlos, experiencia y sabiduría,
un estadista experimentado que, pese a lo que digan, no dejaría de estar
al lado de su hijo Felipe y de procurar el bien por España, su Casa, si
País, su herencia, su legado y su futuro.
Se
separan así las figuras del rey Juan Carlos y de su sucesor el rey
Felipe VI, todo lo cual parece ser, en la práctica, expresión de un gran
pacto entre la Corona y el Gobierno.
De
este modo se está sacrificando al restaurador de
la monarquía para, de este modo, salvar a la monarquía parlamentaria y a
la persona del rey Felipe VI que es la cabeza de la Corona en el
momento presente.
Después de todo lo que se dice de D. Juan Carlos, a la
vista está que es un hombre en exceso conciliador, tiene sus fallos como
humano que es y algunos de sus genes también le traicionan, pero
conciliador sí que es, pues consiente desaparecer del mapa español con
tal de que dejen en paz a su familia, a nuestra familia real. La gente
no entiende realmente el significado histórico de la monarquía en
España, pero España es lo que hoy es por ella, no se entiende España sin
Corona.
En realidad no se sabe cual
es el objetivo, de quién es el objetivo y si es bueno fijar el punto de
mira en ese objetivo. Tal y como se jahan desarrollado los
acontecimientos se podría decir que no. Un rey no debe, por muy jubilado
y jubiloso que esté, salir de su Casa.
La
Corona no puede ceder ante un gobierno que parece un antigobierno en
cuanto, al menos una parte del mismo, está en contra de la Constitución.
Un socio anticonstitucional será legal porque las reglas del juego lo
permiten, pero no es legítimo.
La Corona es la cabeza del Estado, no puede ni debe someterse a
ningún condicionante que le presente el Ejecutivo gubernamental. Si el Ejecutivo pone en un brete a la Corona es que no respeta la Constitución, luego se está ilegitimando.
Primero
y al parecer la idea era hacer salir al rey Juan Carlos de España y
después, como si de un colegio se tratara, los niños se revuelven y
ahora empiezan a dar problemas nuevos:
.-que si es una
equivocación tardar en informar dos semanas sobre el paradero de don Juan
Carlos,
.-que si ésto se interpreta como falta de transparencia.
.-qué cuánto va a durar su ausencia, que algunos hasta llaman “exilio”
.-que quién hapagado
.-el viaje,
.-la seguridad
.-el coste de la
estancia en los Emiratos Árabes.
Una
vez que sacan al rey padre de España, algunos se empeña en sacar al rey
hijo, abriéndose así la dialéctica, independientemente de lo que diga la
Constitución, de cuál debe ser la forma de gobierno, si monarquía o
república.
Todo esto da que pensar y
ver como se tiende una muy tupida y enraizada cortina de humo para tapar
los fallos gubernamentales y, mientras el pueblo y los políticos en la
oposición se entretienen en dar soluciones alternativas a las
operaciones gubernamentales en tema crisis Covi 19, que supone una
crisis sanitaria, laboral, económica y de todo orden porque afecta a la
educación por las restricciones de clases presenciales en colegios y
universidades y demás...., el Gobierno por su parte, parece aprovechar
para jugar con dos barajas y por un lado
.-recupera fuerza en tema de memoria histórica premiando a un republicano centenario ex preso de campo de concentración,
.-promete
avances en tema de menoria historia, reivindicativa solo de derechos
del bando perdedor y al bando ganador, como si no hubiera tenido
víctimas, que le den.
.-Se acusa la crisis territorial
.-además de otras conquistas perseguidas por el socialcomunismo.
Pero todo esto tiene una contrapartida.
La propia Constitución, alma del Estado español, divide a
los ciudadanos entre constitucionalista y anticonstitucionalistas, es
decir, entre U. Podemos y sus propios socios de Gobierno y todos los
demás partidos constitucionalistas en la oposición, mayoría aplastante
en seniors aunque no se sabe bien la evolución de las nuevas
generaciones que no han vivido ni guerra, ni régimen personalista mal
llamado dictadura, ni transición, ni aún el reinado de D. Juan Carlos I
íntegramente.
La coalición que preside
el Gobierno, ciertamente dividida, mientras solamente se une por el
clalvo ardiendo del pensamiento artificioso de que "una cosa es
gobernar y otra la libertad de posicionamiento constitucional". Menos
mal, porque al menos una parte del Gobierno prefiere respeto y
entendimiento con Felipe VI, cabeza del sistema, antes que cargarse
literalmente todo el espíritu de 1978 y con él la monarquía
constitucional o parlamentaria. Aunque claro está que el PSOE de hoy no
es ni de lejos el de antes, mientras todo esto sucede voces seniors del
PSOE como Felipe González y Alfonso Guerra, hacen llamamientos, cada uno
a su manera, a la cordura.
Al respecto hay que destacar las palábras de Ónega en el citado su artículo cuando se pronuncia de esta forma:
"Si Felipe González legitimó la monarquía en 1982, a
Pedro Sánchez —¡quién lo iba a decir!— quizá le corresponda garantizar
su continuidad 38 años después".
De
no se así, las cosas irían mal pero que muy mal porque se destruiría
por completo la paz, ya que es imposible concebir que pueda existir un
gobierno
republicano dentro de un sistema de Gobierno legitimado como Monarquía
Parlamentaria.
Con o sin crisis
pandémica y toda la cola que la misma trae, Sánchez no puede consentir
ésto, es que no podría con ello, supondría un revulsivo tal que
representaría la contienda, su salida del gobierno, quizás un gobierno
provisional, todo un larguísimo etcétera sucedería.
Cuando
Sánchez juró la Constitución y con ello su cargo, cómo iba a pensar que
sobre sus hombros descansaría semejante responsabilidad. Si quería
pasar a la Historia, entre OTRAS COSAS, indudablemente podría pasar por
ser la llave del mantenimiento del orden, de la Corona y del espíritu de
1978. Si se mantiene firme, bien, pero esperemos que no suceda como en
otras tantas situaciones, que parece inventar la realidad a su antojo y
donde un día dijo Digo, otro dice Diego. Si se mantiene firme, sería garantía del pacto constitucional de todas las fuerzas políticas realizado en 1978.
Podríamos advertir que Sánchez gobierna como un
superviviente que defiende su sillón presidencial, adapta las palabras y
actos a las circunstancias que vayan viniendo independientemente de lo
que asegurase anteriormente, en campaña, por ejemplo.
No
queremos poner los pelos de punta o la piel de gallina a nadie pero el
presidente del gobierno socialcomunista que tiene España es el mismo que
dijo que nunca pactaría con U. Podemos,
por aquel entonces esa alianza le quitaba el sueño tanto a él como a 47
millones de
españoles, decía, pero hoy son socios.
Esta
forma de gobernar no sabemos bien si es totalmente compatible con los
principios de la monarquía parlamentaria a la que debe defender.
Entonces, cabe interrogarse hasta qué punto Felipe VI pisa sobre tierra
firme cuando trata o pacta con el ejecutivo gubernamental, por más que
estas conversaciones supongan una insospechada antes oportunidad
estratégica para Sánchez Castejón, que debe jugar muy bien al ajedrez,
con esta jugada puede enderezar el giro radical izquierdizta extremo que
diera pactando con U. Podemos.
No creemos que Juan Carlos I esté solo, ni quieto, más
correcto sería pensar en que lucha en la sombra o discretamente por la
Corona y por España, haciendo valer su experiencia para llevar de nuevo a
España a lo que antes fue, un gran país con dos fuerzas políticas que
se alternan en el poder según las urnas se decanten. Siempre he pensado
que la mejor etapa en la política española fue la que protagonizaron las
alternancias de cuatro años en el gobierno entre Cánovas y Sagasta. Hay
que recordar que la paz política, la estabilidad y cierta prosperidad
incluso teníamos en estos últimos 40 años en los que PSOE-PP se
alternaron en el poder. Cierto es que algunos socabones por gobernantes
más ineptos que mediocres hubieron de ser remediados por grandes
estadistas, a la sazón poco reconocidos, muy injustamente, dígase
también de paso.