Historia de la Orden del Cister
La Orden del Císter es una orden religiosa católica benedictina fundada por San Roberto de Molesmes e impulsada por Bernardo de Claraval entre 1090 y 1153. El afán reformista de la orden, que se basaba en la autosuficiencia de los monasterios se expandió por todo occidente durante la Edad Media.
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Orden del Císter
El paso del siglo XI al XII trajo a occidente el deseo de alcanzar de nuevas vías de perfección y de reforma. En estos tiempos de peregrinaciones y cruzadas, la Regla de San Benito era la base sobre la que trabajar hacia esa perfección y hacia la reforma eclesiástica. En este marco se encuentra el origen de la Orden del Císter, una orden monástica benedictina fundada por San Roberto de Molesmes en 1098, en la Abadía de Citeaux.
Los monjes de esta orden, llamados cistercienses o monjes blancos, vestían un hábito blanco con escapulario negro ceñido por un cinturón. Desempeñaron un papel fundamental en el siglo XII imponiendo su organización y autoridad espiritual. En su campo de actuación prosperaban paralelamente intelectualidad, cristianismo, civilización y desarrollo agrario, técnico, artístico y arquitectónico.
Expansión de la orden
Una vez consolidada la Abadía de Citeaux, la orden envió monjes a fundar sedes que siguiesen los mismos principios. En 1113 se fundó la Abadía de La Ferté, en 1114 la de Pontigny, en 1115 la Abadía de Claraval y la Abadía de Morimond. Sobre estas cuatro filiales se desarrollará la orden, que llegará también al extranjero. Además, junto a los monasterios se erigirán conventos de monjas.
El vínculo entre las distintas abadías era la aplicación de la regla benedictina y hacer solidarias sus comunidades. Una Carta Caritatis aprobada por el papa Calixto II estableció la igualdad entre todos los monasterios de la orden e instauró una disciplina uniformadora. Cada abadía conservaba su independencia financiera y los abades eran elegidos por la comunidad, aunque la abadía madre conservaba el derecho de fiscalización y visita.
Entre los monasterios de la orden destacan la Abadía de San Pedro de Cardeña, la Abadía de Pontigny, el Monasterio de Poblet, fundado por Ramón Berenguer IV, Conde de Barcelona; la Abadía de Santes Creus, declarada monumento nacional en 1921; la Abadía de las Huelgas Reales de Valladolid y el Monasterio de Ntra. Sra. de Alconada en Ampudia. Por desgracia, muchos de los monasterios están hoy abandonados, bien por descuido patrimonial, efectos de la desamortización o por la crisis vocacional.