Cómo educar a un perro
Los perros, como nosotros, aprenden en función del éxito que supone reforzamiento de autoestima. No nos hace falta ni un adiestrador canino, ni collar adiestramiento de perro. Si premiamos un comportamiento estaremos reforzándolo y lo repetirá cada vez que se lo pidamos. Todo lo que suponga una sensación negativa lo rechazará. Hay que ponerse en su lugar, fomentar la relación perro-adoptante y garantizar la respuesta del can; es importante mantener buena relación en la vida cotidiana, hay que quererle y mantener con él sesiones de entrenamiento regular.
Hay que saber cuándo es el momento. Si le estamos enseñando a sentarse o a pararse cuando se lo digamos, debemos premiarlo justo después del ejercicio, es importante la asociación del acto con el premio, si el premio viene tarde o no viene, se creará desconfianza en el can. Se empieza contando hasta tres para darle el premio, después cuatro y así, el perro madurará el comportamiento y sabrá que tiene que obedecer por sociabilización y no por el premio. Los canes tienen inteligencia y comprenden conceptos como adaptación a la familia, limpieza, peligro, seguridad…
El premio puede ser mimos y caricias, comida o juguetes; le enseñaremos el juguete durante el ejercicio y no dejaremos de jugar y mostrarlo hasta que termine con éxito. Es una transacción comercial, tú haces esto y yo te doy el juguete; tú me haces caso y yo te rasco detrás de la orejita.
Las golosinas pueden ser galletas para perro, embutido de pavo o pollo, queso blanco, que no perjudican a su organismo.
Cuando empiezan a aprender una orden se premia cada vez que obedezca, cuando conozca el ejercicio se lo premiará si entraña dificultad o existen distracciones alrededor.
Habilidades
Para enseñar habilidades, después de aprender a sentarse, permanecer quieto o tumbado o a venir cuando lo llamamos; nos tomaremos el entrenamiento como un juego; es importante convivir y crear complicidad, ya que es un ser indefenso en un mundo que, en realidad, no es el suyo y que está adaptándose, se está humanizando. El cariño y la comprensión motivaran a entrenar disfrutando entrenador/entrenando. Hay que tener en cuenta que no todos los perros tienen las mismas habilidades ni la misma psicología, ni la misma inteligencia. Un perro es un niño siempre, una madurez socioafectiva de un niño entre cinco y siete años, pero al madurar pueden darnos lecciones de psicología a nosotros, así que no menospreciemos. Son ángeles de cuatro patas y hay que disfrutar de la mutua compañía. Cuando se tiene un animal es porque se quiere pero también debe ser porque se lo quiere.