Demasiado tiempo sin oir nada de la crisis de Marruecos, pero hay que saber que España y Marruecos están negociando una revisión completa en cuanto a sus relaciones bilaterales. Moncloa dice que no quiere un “cierre en falso” para la crisis pues esto podría llevar a repetir la crisis en el futuro.
La crisis se produjo siendo ministra de exteriores Arancha González Laya, en la reforma del Gobierno de Sánchez fue una de los ministros a los que despidió con viento fresco. Fue sustituida por José Manuel Albares, que ahora es ministro de Asuntos Exteriores, Unión Europea y Cooperación. A ver qué tal...
Marruecos facilitó y propició la irrupción, la invasión, en Ceuta de más de 10.000 inmigrantes, lo mismo pasó en Melilla, ciudades que Marruecos quiere para sí.
Rabat llamó a consultas a Karima Benyaich, su embajadora en Madrid, en un clima de protesta por la hospitalización del líder saharaui en España, que humanitariamente atiende por covid a Brahim Gali.
Pedro Sánchez, prescindió de la ministra de Exteriores a quien se culpa de haber provocado las iras del rey sol marroquí, que se cree el centro del mundo y tiene una agresiva política para hacerse con territorios que no son suyos ni nunca lo fueron. El rey de Marruecos se enfadó porque se autorizó el ingreso hospitalario en Logroño del líder del Frente Polisario.
Ahora el nuevo ministro de exteriores, José Manuel Albares, ha viajado a Londres, a Perú y, como tercer destino de su agenda tiene previsto Rabat. Ha empezado, en su misma toma de posesión, calificando a Marruecos de “gran amigo” a aquel que casi nos declara la guerra.
La crisis parece estar bloqueada pero no está en punto muerto. Las apariencias engañan, con los moros suele ser así. Bajo la superficie están teniendo lugar intensas gestiones, según El País, de fuentes diplomáticas.
La crisis ha pasado por dos momentos:
- Después de una etapa de única comunicación a través de intermediarios, como Josep Borrell, alto comisionado de la UE y también otros miembros de la Comisión Europea
- se entablan después contactos directos.
La diplomacia española entiende que la crisis no debía tratarse como episodio aislado que se debe zanjar lo antes posible. No se trata, como quiere Rabat, de pactar mediante una frase o declaración que se pudiera interpretar como un reconocimiento de un error o una disculpa por haber acogido a Gali. Resulta, independientemente del color del Gobierno español, que España no ha hecho nada en contra de nadie sino simplemente atendió a un enfermo que lo necesitaba, realizó una labor humanitaria. Si el enfermo es ribal del rey de Marrueco, el problema no es con España, es con el enfermo, pero en este caso con nadie, porque el enfermo, por muy ribal de Marruecos que sea, no ha hecho más que entrar en un hospital para poder ser atendido. El líder del Frente Polisario abandonó España y regresó a Argelia.
Si hubo un error, que no lo hubo, se expió con creces sufriendo la invasión que Marruecos mandara a España y con la destitución de la ministra González Laya, hecho que no es nada justo por cierto. Según Laya: "España nunca buscó esta crisis ni la alimenta".
Madrid no ha cometido errores mientras que Rabat provocó la infame invasión, la huida a nado incluso, de millares de jóvenes, tmbién niños, que expusieron su vida, alentados por Marruecos y para escapar de su propio país, esto fue un hecho que arruinó internacionalmente la imagen de Rabat.
Ceuta y Melilla fueron el último, más visible y escandaloso de los desencuentros que empezaron con el cierre, sin previo aviso, de la aduana comercial de Melilla, allá por julio de 2018; o la extensión unilateral de las aguas por parte de Marruecos frente a Canarias, allá en enero de 2020.
Según publicara El País fueron unos 22.000 inmigrantes los que llegaron a Canarias ese año de 2020, la mayoría de ellos marroquíes, siendo un 800% más que en el año de 2019.
Remover de su puesto como ministra de Asuntos Exteriores ha sido otro más de los errores cometidos por el Gobierno sanchista que parece un guiño a Rabat en este relevo. Si Sánchez quería cambiar ministros, la última cartera a remover debería de haber sido la de Exteriores. A los moros no se les puede hacer el juego porque se crecen y los problemas prometen, de seguro, incrementarse. España debe tener firmeza ante Marruecos, se corre el riesgo de cerrar la crisis en falso, lo que da pie a que se repita de nuevo pasado un tiempo.
España plantea una revisión completa de las relaciones bilaterales, pero empezaría cediendo, haciendo concesiones de más, si pretendiera que Ceuta y Melilla, protagonizasen un desarrollo económico que se apoyase en su entorno marroquí, en la economía marroquí, puesto que estaría cediendo parte de los territorios que serían de hecho “zona de prosperidad compartida”. Es la misma línea que parece dibujarse en el Campo de Gibraltar, donde ya estamos viendo a la lindera ciudad española que pretende ser ciudad independiente como Ceuta y Melilla, de ahí a la anexión por parte del enemigo, marroquí o inglés no va nada en absoluto.
Apostar por la “insularidad” de Ceuta y Melilla, sería ciertamente más acertado, se limitarían los contactos con Marruecos y se intensificarían las relaciones con la Unión Europea, en esta otra opción cabe la posibilidad de incorporación a la unión aduanera y zona Schengen.
La clave no está en asumir la “interdependencia” de España y de Marruecos, en esta entelequia va inherente una cesión, ambos países obtendrían beneficios en capo económico, de inmigración o lucha contra el yihadismo, pero sucede que el territorio de Ceuta y Melilla es soberanía española, Marruecos, por mucho que qiera, aquí no tiene nada que ver.
En tema de lucha contra el yihaidismo, yihad es guerra santa islámica, algo que practica Marruecos, un marroquí no va a renunciar nunca a este presupuesto, así que no sea ingénuo este Gobierno socialcomunista español.
La Administración Trump cometió la equivocación interesada de reconocer la marroquinidad de los territorios saharawis, la cuestión del Sáhara ciertamente es uno de los puntos más espinosos. Marruecos pretende a toda costa forzar un cambio de posiciones, tanto de España como de la UE, El reconocimiento de Trump ha dado alas al rey marroquí. Y Madrid no puede actuar, ni debe, moverse al margen de la doctrina oficial de la ONU.
El nuevo ministro de Exteriores tiene una ardua tarea y su visita a Rabat no será más que un paso en el proceso para la recuperación de la confianza. Lamentablemente Marruecos seguirá obcecado en su idea y Madrid no debe ceder ni un milímetro.
Las autoridades de Rabat están agazapadas, mutis. El cese de Laya no ha producido ninguna reacción oficial, auqneu los medios marroquíes próximos a la corte de Hasam II se felicitaron, indicando no obstante que el gesto no es suficiente.