Hoy ha llegado hasta mí un artículo de Félix de Azúa, titulado Mala entraña, que no tiene desperdicio. Dice él -y es verdad-, que: «Sabiendo todo lo que sabemos, es muy difícil comprender que todavía haya gente que defienda el comunismo o sus encarnaciones posteriores» .
Acompaña al artículo una fotografía de Stalin saludando y ronriendo, como en tono paternalista, si no fuera por la expresión de sus ojos, reflejos de un abismo tan negro como su alma, él en tono paternatista, el mismo de las famosas purgas, el mismo que hizo de los campos de concentración, de las purgas y de los robos la orden del día y fue uno de los mayores criminales contra la humanidad que han existido.
El dictador soviético Iósif Stalin. | Archivo.
Félix de Azúa nació en Barcelona, en 1944 y es escritor, doctor en Filosofía y catedrático de estética. Fue elegido miembro de la RAE, Real Academia Española, en junio de 2015 y dice en su artículo:
"Hay asuntos difícilmente explicables y supongo que cada cual tendrá su colección de enigmas para llevarse a la tumba. En mi caso, no logro entender cómo es posible que queden comunistas en el mundo, sea bajo esa denominación o con las múltiples etiquetas que inventan grupos como Podemos para disimular el horror que ellos mismos se producen"...
Sepase que se viene a denominar comunismo a la doctrina económica, política y social que defiende una organización social
- en la que no existe la propiedad privada
- ni la diferencia de clases
- y en la que los medios de producción estarían en manos del Estado,
- que distribuiría los bienes de manera equitativa y según las necesidades.
También se denomina así al sistema político, económico y social basado en esta doctrina, en lo que se denominara "la época del comunismo monolítico staliniano", la política comuista llevada a la práctica por el dictador José Stalin.
Un sistema caracterizado por la propiedad en común de los medios de producción, donde no existe propiedad privada, derecho fundamental de todo ser; así como por la inexistencia de clases sociales, del mercado y del Estado. Entonces si no hay clases sociales no se reconoce la igualdad entre los ciudadanos con la sola diferencia de su capacidad y mérito; tampoco existe el mercado, el individuo no puede vivir del mercado que suponemos se sustituirñia ppor una especie de trueque en la que el sujeto no tiene nada que decir, quien lo dice todo es el Estado; pero se da el caso de que el comunismo tampoco cree en el Estado como tal, entonces...¿quién está al frente?..., quien esté al frente es el todopoderosos, gobernador personalista que, sin creer en el Estado, tiene a toda la ciudadanía en sus manos, sería la sublimación de la dictadura. Pero en realidad sin Estado lo que hay es anarquía. Nadie manda, no hay en realidad Estado, po tanto no debe haber en realidad Gobierno, sin embargo los gobiernos comunistas se caracterizaron todos a lo largo de la historia por ser los gobiernos más tiranos y crueles de cuantos existieron. Recuerdese a Lenin, Trosky, Stalin, Castro...
Continúa nuestro autor con su artículo:
"Y no lo entiendo porque ya sabemos demasiado sobre los países que en algún momento pudieron gozar de la dictadura del proletariado. Muchos habrán leído Vida y destino de Vasili Grossman, una de las grandes novelas del siglo XX y el documento más escalofriante que conozco sobre aquel país desventurado que fue Rusia y su imperio de colonias esclavas.
Precisamente por la grandeza de su obra maestra, no había leído Todo fluye (Galaxia Gutenberg), lo último que escribió y su obra póstuma. Un amigo me dijo que no me la perdiera y, en efecto, es imprescindible. Trata, como la anterior, sobre el aplastamiento de los humanos en el imperio de Lenin y Stalin. Apenas hay peripecia o anécdota: todo el libro narra casos y ejemplos de la monstruosidad que fue aquel infinito campo de exterminio. Pero lo más relevante es que Grossman lo escribe, por así decirlo, «desde dentro», utilizando su propia experiencia y la de sus parientes y amigos más próximos. Como es fácil de entender, no hay ninguna explicación a semejante horror porque no hay posible explicación a episodios como la masacre de los campesinos que redujo al hambre, la locura, la muerte o el canibalismo a millones de ciudadanos por el sencillo motivo de que a Stalin le sobraban aquellas poblaciones campesinas. Por cierto, muchas de ellas, ucranianas".
El comunismo es la alienación del ser humano, de su personalidad, de su identidad. Convierte a los ciudadanos en meros números, sin derechos, sin propiedad, sin identidad, sin nada, al albur del jefe del partido que se erige en jefe de Gobierno y dictatorialmente lleva las riendas del poder.
Dice: "Lo más extraordinario es que Grossman expone minuciosa y sagazmente, aunque sin dramatismo, el mecanismo de la sumisión. El proceso que condujo a una población entera de la subordinación religiosa a la esclavitud comunista sin protesta ni oposición. En realidad, piensa Grossman, es que son lo mismo: la adoración a Stalin y el aplastamiento de cualquier libertad es un fenómeno religioso".
Aquí hay que discrepar pues en el concepto religión lo que se establece es una relación con Dios, religión viene de religare, relacionarse con Dios; en el régimen comunista no hay relación que valga, a Dios se lo ha matado definitivamente y se lo ha sustituido por el jefed el partido comunista que es quien gobierna como dictador. Con él el pueblo no tiene relación, no existe relación personal con el dictador cuando sí la hay en el concepto religión donde el individuo se relaciona con Dios, independientemente de cómo sea llamado este Dios (Dios, Yavé, Alá...).
Continúa:
"Bien es cierto que ese proceso hacia la esclavitud sólo fue posible en unos países casi por completo analfabetos y de una pobreza sin misericordia. Los escasos focos rusos de burguesía ilustrada fueron las primeras víctimas de Lenin y Stalin, incluso entre (o sobre todo entre) los miembros del Partido Comunista, en buena parte constituido por ciudadanos de clases medias y burguesas, empezando por los que lucharon junto a Lenin".
No les interesa la cultura puesta en manos de la sociedad, no conviene que el ciudadano tenga cultura, ilustración, porque entonces será capaz de pensar y verá claramente lo que está bien y lo que está mal y seguramente se revelará contra el poder dictatorial establecido por el comunismo.
"Por eso, sabiendo todo lo que sabemos, es muy difícil comprender que todavía haya gente que defienda el comunismo o sus encarnaciones posteriores. O quizás no. Quizás ese deseo de sometimiento, esa necesidad de estar bajo la bota del padre tiránico, esa religiosidad insatisfecha, sigue siendo lo que agita a la actual ultraizquierda. Para mayor escándalo, todavía creen que eso es el progreso y se llaman a sí mismos progresistas. Progreso ¿hacia dónde? ¿Acaso no ven la ruina económica y moral de todos aquellos países en los que ha llegado la plaga del arrasamiento de las libertades? Así, por ejemplo, en Venezuela, Cuba o Nicaragua, países admirados por los de Podemos. Es peor aún: ese arrasamiento lo creen progresista. Verdaderamente el desvarío es muy desconcertante.
Conviene no olvidar aquellas declaraciones de Otegi, puro funcionario de la esclavitud voluntaria, en la que aseguraba que cuando él y su gente llegaran al poder ya no habría muchachos trabajando con ordenadores sino correteando por los montes y respirando el aire puro de Euskadi. Frases que podía haber pronunciado cualquiera de los ministros de Stalin o de Hitler.."
Otro comunista feroz, un asesino que masacró a su pueblo es el sujeto de este artículo del que paso enlace.larazon.es/cultura/202208 #larazon_es Ceaucescu, vivir como un millonario y con un millón de muertos
"Socialcomunismo es hambre, piojos y muerte "dice @HumbertoCurioso en twitter. Lo dice la Historia.