El sentido real de la pareja: vivir compartiendo.
Publicado en Protestando, Sociedad por MCarmen | Escribe el primer comentario
El sentido real de la pareja es vivir compartiendo en el más extenso sentido de la palabra. Pero compartir de verdad, en el sentido de partir con; convivir, en el sentido real de vivir con; y no me refiero a vivir uno al lado de otro, bajo el mismo techo. Convivir es sentir las vivencias que el otro siente, vivir lo que el otro vive, vibrar en la misma sintonía. No es irse de paseos juntos, ni de viaje, ni de juerga por ahí con mucha o poca gente; no, no es eso. De lo que se trata es de la sintonía, de lo que se quieran las almas, de lo que las almas compartan, no de lo que compartan los cuerpos.
Al respecto de esto último hay que decir que lo visible es más traicionero que lo invisible; en el sentido de que alguien puede compartir con otra persona a nivel físico y lo que está haciendo realmente es expresar, soltar tensión o imaginar ese intercambio con otra persona distinta. La verdad es que debe ser algo horroroso, sentir que la persona con la que tienes un “compromiso” o lo que sea, está pensando en alguien distinto a la persona comprometida.
Hay gente muy desconfiada, gente muy celosa, pero habría que preguntarse los verdaderos motivos de esa conducta. ¿por qué celos?. Pudiera ser que la persona se sepa no querida; pudiera ser que no confiara en su pareja; pudiera ser que la persona celosa tuviese en realidad un gran complejo de inferioridad por más exitosa que pueda ser su vida?… miles de posibilidades…
La verdad es que cuesta encontrar a la persona perfecta, nadie es perfecto, ya por principio, pero el colmo de la imperfección es aguantar en una situación en la que se sabe positivamente que no se va a ser feliz, nunca.
Desde luego el que no se consuela es porque no quiere, a esto habrá quien responda que la felicidad completa no existe, que se hace por el camino…, pues a ver qué camino sigues. Yo sigo pensando que “vale más una duda razonable que una fe incierta”. Y llegado el caso hay que armarse de valor. Y decidir. O lo que se tiene, que puede ser apariencia y poco más; o lo que no se tiene, que puede convertirse en la solución a todos los cacaos mentales y todos los previos planteamientos, la respuesta a los problemas existenciales de alguien.
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